¿La aburrida revolución de la cadena de bloques?

Autor: Francesc López Segui   /  7 de March de 2019

Des de su conceptualización hace ya diez años –difícil separar la tecnología de su aplicación más famosa, el bitcoin- el blockchain ha estado en boca de todos, en el pódium de las tecnologías con más expectativas. Pero “la revolución más importante después de internet”, a diferencia de este, aún no ha revolucionado el mundo del comercio, el conocimiento o la comunicación. Es más: últimamente, y sin prejuicio de iniciativas [1] importantes y consolidadas que están siendo pioneras en su aplicación, la opinión pública está moderando (¿madurando?) el discurso respecto de su impacto esperado.

Algunos expertos definen el blockchain como una “tecnología institucional”: una herramienta que tiene que modificar la manera como los agentes se relacionan o coordinan en un ecosistema. Este nuevo pacto social depende no sólo de factores técnicos sino también legales, políticos, económicos, sociológicos… En una reciente visita a Barcelona [2], el profesor de la Universidad de Melbourne Jason Potts, predijo que unos “10.000 blockchains dominarán el mundo”. ¿Lo harán por áreas territoriales, mercados o culturas sociales? Adelante con las hipótesis sobre cómo será el diseño organizativo de estos ecosistemas, pero recordando que no hay cambios de paradigma rápidos. Los individuos son de “mentalidad digital” y “corazón analógico”, pero el marco de gobernanza es doblemente analógico. La disrupción institucional es, por lo menos, improbable.

Volumen de negocio previsto del sector blockchain, en el mundo (Gartner, Marzo 2017)

Más allá de su definición simple, cualquiera se puede perder fácilmente en las implicaciones sociales o derivas cripto-matemáticas del blockchain (¿cómo afecta la evolución de la capacidad computacional en la anonimización y seguridad?). De cara a la próxima tecnología que aparezca en escena, necesitamos que las expectativas puestas no sean inversamente proporcionales al conocimiento de los ciudadanos y que no alimenten la ignorancia sino critiquemos, discutimos y evaluemos. Si “la justicia que no entiende el pueblo no es justicia”, la revolución que no entienda el puebla podria no ser tampoco revolución.

Novedad y complejidad necesitan estar equilibradas porque un cambio que implica a la gente (las instituciones la representan) necesita tiempo de asimilación: nadie niega, pero, que este cambio acabe por llegar, tarde o temprano. Por eso, blockchain será posiblemente “la revolución más aburrida de nuestra historia [3]”.

Más allá de su definición simple, cualquiera se puede perder fácilmente en las implicaciones sociales o derivas cripto-matemáticas del blockchain (¿cómo afecta la evolución de la capacidad computacional en la anonimización y seguridad?). De cara a la próxima tecnología que aparezca en escena, necesitamos que las expectativas puestas no sean inversamente proporcionales al conocimiento de los ciudadanos y que no alimenten la ignorancia sino critiquemos, discutimos y evaluemos. Si “la justicia que no entiende el pueblo no es justicia”, la revolución que no entienda el puebla podria no ser tampoco revolución.

Novedad y complejidad necesitan estar equilibradas porque un cambio que implica a la gente (las instituciones la representan) necesita tiempo de asimilación: nadie niega, pero, que este cambio acabe por llegar, tarde o temprano. Por eso, blockchain será posiblemente “la revolución más aburrida de nuestra historia [3]”.

 

Bibliografía

[1] Blockchain and healthcare: the Estonian experience (Taavi Einaste, Head de Digital Healthcare a Nortal, febrer 2018)

[2] Expert seminar: The blockchain economy (Seminari obert celebrat el 27 de febrer de 2019)

[3] “El ‘blockchain’ serà la revolució més avorrida de la nostra història” (Entrevista a Paul Brody al diari ARA, 3 de març de 2019)

  • Comentario sobre la entrevista a Paul Brody en el periódico ARA