Aprovechando la celebración de la jornada de trabajo durante el pasado 15 de febrero, bajo el marco del Proyecto ECAP-ERGO, un encargo del Departament de Salut a la Fundació TIC Salut Social para realizar el análisis y evaluación del eCAP, identificando posibles áreas de mejora en cuanto a su usabilidad y aceptabilidad por parte de los profesionales del sector salud, quisimos entrevistar a uno de los profesionales invitados, el médico Òscar Pablos. Médico de Familia del CAP Sant Quirze de Vallès y Secretario de Sector Primaria del Sindicato de Médicos de Cataluña.
Durante la entrevista con Òscar Pablos conversamos sobre las características de una jornada de trabajo como esta, pero también sobre el impacto de las nuevas tecnologías en una población cada vez más envejecida y como las herramientas digitales pueden mejorar la calidad de vida de estos pacientes, a corto y medio plazo.
Cuando hablamos del impacto de la tecnología sobre el ciudadano, es primordial conocer el perfil de usuario o paciente a quien te diriges. Un perfil de paciente de más de 75 años, un perfil en aumento debido al envejecimiento de la población, no sé hasta qué punto le puede interesar recibir información vía mail o vía whatsapp. Le interesa que cuando pida hora, esté su médico y lo mire. En cambio, una persona joven, de menos de 35 años, puede no entender el porque es necesario que se desplace hasta la consulta para explicarle que el análisis que te ha pedido es correcto. Por lo tanto, tenemos que tener claros los perfiles y adaptarnos a las necesidades de cada cual para no generar ineficiencias.
Vivimos en un cambio demográfico, marcado por la cronicidad. La gente cada vez vive más años y estos años son vividos con un estado de salud mejor que en décadas anteriores, pero a la vez, este paciente grande, con diferentes enfermedades, y con diferentes medicaciones necesita, por norma general, del apoyo en mayor o menor grado del entorno familiar y/o social . Este familiar, puede ser más joven y con él puedo comunicarme vía telemática, no presencial. Y aquí nos surge un problema. Tiene que haber una confidencialidad necesaria del paciente, con derecho a tomar sus propias decisiones, y al mismo tiempo, la agilidad de transmitir la información.
Exacto. Cataluña es pionera en la aplicación de la ley conocida como “el menor maduro”. A partir de los 16, estos menores tienen una autonomía casi total para decidir qué información sobre su salud autorizan a que sea compartida por los profesionales. Por lo tanto, son un perfil idóneo de pacientes dispuestos a recibir información vía correo electrónico, pero con la sensibilidad suficiente para no vulnerar sus derechos.
Si recuperamos el perfil de edad de gente mayor, aquí es básico la buena comunicación e interoperabilidad entre los diferentes sistemas asistenciales. Tiene que existir una comunicación directa , ágil y real entre el servicio de urgencias hospitalarias de referencia para el paciente, el centro de urgencias de atención primaria y su Centro de Atención Primaria (CAP). De este modo, si se comparte información en un entorno digital seguro, el profesional tiene acceso directo a toda la información recopilada del enfermo y, este, no necesita ir a los diferentes centros con su archivo y la bolsa de medicamentos, como hacía hace 10-15 años. Cuanto menos desplazamientos innecesarios tenga que hacer, mejor satisfacción con el sistema.
Se necesitan recursos. No sólo las herramientas digitales, que están, sino también recursos humanos. En los próximos 10 años se jubila aproximadamente un 30% de colectivo de médicos. Por un tema generacional, los nuevos profesionales que se incorporen al sistema serán expertos en el uso de estas aplicaciones, hecho que se traducirá con un uso más cómodo y eficiente de los servicios de salud. Pero si no les garantizamos el tiempo necesario y una carga de trabajo adecuada para explotar todo el potencial de las mismas, pueden acabar por infrautilitzar-las.
La jornada me parece magnífica. El hecho que puedas exponer personalmente tu visión de trabajador “de trinchera” pero también la de otros compañeros de los cuales hemos recogido sus opiniones para exponerlas, y hacerlo directamente con responsables informáticos, incrementa el sentimiento de participar con la empresa. Un hecho que se tiene que cuidar, pues a veces se toman decisiones sobre herramientas sin tener en cuenta al trabajador que las utilizará. Soy consciente que no siempre es sencillo, y más en una empresa pública de más de 30.000 trabajadores, por eso, jornadas como estas, en las cuales diferentes profesionales exponemos, con criterio constructivo, puntos de mejora, acabamos teniendo la sensación de que la herramienta que utilizaremos nos la han adaptado al profesional que la acabará utilizando.
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